sábado, 31 de octubre de 2009

Monete al cine

La infinita ira del vello genital de Lucía Evecharría hizo que huyéramos despavoridos de su barrio, ofreciéndonos el anciano Saramgo escondite y techo durante los días que tomó el cabreo de la filósofa y erudita. En ese tiempo, a cambio de la sopa con tropezones de enano y las mantas raídas que nos dejó este alegre comunista, entretuvimos al señor de la casa y sus cuidadores con alegres chistes e historietas aprendidas en mis viajes por Cabencia. Al cabo de una semana, llegada la hora de nuestra marcha, el vetusto rojo nos regaló un monete como recuerdo, y en agradecimiento por tan buenos ratos. Es el caso que, dos meses después, nos vino a visitar Saramago a los ahora tres habitantes de la casa, así que decidí que podíamos ir en cuarteto a dar un paseo y ver alguna película en el cine local.

 -Le hemos enseñado trucos, don José. Además, ya verá qué bien se porta en el cine... ¡Dos adultos, una de la tercera edad y otra de monete!

Tres butacas; el monete en el regazo de Ramón, entre el viejo y yo. Empieza la película.



El mono no soportaba su propia agitación:

-¡Uh, uh! ¡Qué fotografía! ¡Uh, uh!
-¡Anda! ¡Le habéis enseñado a hablar!
-Vaya que sí, don José.
-¡Uh, uh! ¡Está mucho mejor el libro!
-¡Caray! ¿Y esto en sólo dos meses?
-Uy, y mucho más, no crea.
-¡Uh, uh, uuuuuhhhhhhhh, uuuuuuuuuh! ¡Hay que verlas en versión originaaaaaaal!
-¡Tranquiiilo! Ramón, ¿no tienes sus chucherías por ahí?
-¡Uhhhhhhhhhhhhhhhhh, uhhhhhhhhhhhhhh! ¡En inglés se aprecia mejor la actuación!

El monete lanzaba latas vacías a la pantalla, perseguido por Ramón.

-¡Suelta eso! ¡Ay señor, si era muda!. Nada jefe, mire usted en su bolso, a ver si tiene algo.
-¡Uuuuuuuuuuh, aaaaahhhhhh, uhhhhhh! ¿Qué hacéis viéndolas en escrineeeeeeeeeeeer?

Pronto el monete saltaba de butaca en butaca, dando manotadas a los abandonados y vacíos paquetes de palomitas.

-Espera, Ramón. Creo que tengo frutas aquí al fondo.
-Si es que es joven aún. Tened paciencia con él. El mío ya ve a los hermanos Wachovsky sin indignarse.
-No se preocupe don José. Además, hemos tenido mascotas peores. ¿Sus hermanos son así también?
-Uy, ya lo creo. Pero es sólo tener paciéncia, ya lo veréis.

Al fin encontré un plátano más que maduro. Se lo llevó corriendo y se escondió bajo una butaca para comérselo en silencio. Pronto pudimos llevárnoslo, dormido sobre el hombro de Ramón. Qué tarde tan agradable.

Puede que los pelos del pubis de la Evecharría aún anden en nuestra busca.

4 comentarios:

Pall dijo...

Iiiih, iiiih!. Monete dice: "Mi nota: un 6. Por ejemplo".

:)*

Matías Parts dijo...

¿Qué nota le ponemos al simio?

Raspa de sardinah dijo...

Si yo fuera el monete tiraría bolas de mierda a la pantalla con las manos abiertas, bieeen!

Iósif dijo...

Matías, cada vez me dan usted y sus amigos más grima.