domingo, 26 de agosto de 2007

La matanza del Argamasón

El heroico pueblo duerme la siesta. Son las cinco de la tarde y el sol se desploma sobre los tejados y las calles en cuesta. La neblina que produce el aire caliente al elevarse sobre el suelo convierte la rutina en espejismo. Es una calima tropical que difumina la realidad y emborrona la polvorienta tierra, las monótonas carreteras y las pedregosas laderas de las colinas. Ajenos a la luz y sus misterios, dos perros sin raza ni collar se disputan perezosamente la sombra de un árbol raquítico. No vuela un solo pájaro. No se adivina la presencia de ningún ser humano: ni juegan niños ni cabecean ancianos. No hay bares y los teléfonos móviles carecen de cobertura. La vida se derrite por los vericuetos del Argamasón, este rincón olvidado

Todo comenzó semanas antes, cuando Matías Parts y Schiele decidieron hacer el experimento sociológico para determinar si en aquella facultad se encontraba el Mesías, el Hombre Nuevo o quien quiera que sea. Con la excusa de "os llevamos a un lugar más feliz" fueron llevando poco a poco a la aldea del Argamasón a los trabajadores, desde el decano hasta las señoras de la limpieza.

Había que determinar los grupos dominantes, y se optó por introducir a los miembros de arte, literatura y geografía en la casa de los Cabanillas, mientra que a los de historia y filosofía se introdujeron en la de los izquierdo. El resto de empleados, becarios y pas se repartirían por el resto de la aldea. Ya teníamos los elementos: la aislada aldea, y los dos grupos dominantes enfrentados entre sí desde hacía años.

No tardaría en producirse lo esperado: el odio cultivado desde tanto tiempo se fue convirtiendo en aquel lugar en un instinto primitivo, enraizado en lo más profundo del alma humana. Todo estallaría a partir de un hecho puntual, de ecasa importancia, que revelaba cuán profundamente se odiaban aquellos individuos. Mientras tanto, Matías y Schiele esperaban escondidos el desenlace, armados con cámara de foto y vídeo: había que registrar adecuadamente los hechos.

Peti tiene que mediar en muchas ocasiones para que la cosa no llegue a mayores


Un día estaba Milagros Cabanillas subida en el tractor cuando vió que unos jóvenes se metían y le pisaban el bancal. Se dirigió hacia ellos gritando -¡No me pisis el bancal! ¡no me pisis el bancal!- dándose cuenta de que eran Igual y García Izquierdo. Aquellos gamberros merecían que alguien les midiera el lomo. Milagros y Paco Cabanillas cogieron el tractor y lo empotraron en las portás de los izquierdo. Aquello ya no eran cosas de muchachos, acababan de abrir la caja de Pandora.

Pasan unos minutos de las diez de la noche cuando dos hombres vestidos con pantalones de pana, camisas de cuadros y botas de caza se bajan furtivamente de un Land Rover. Serpentean como lagartos entre las sombras y se acurrucan en un callejón del centro del pueblo, a pocos metros de la calle Carrera, el eje sobre el que gira el Argamasón. Evitan la luz y las zonas despejadas. Están mal afeitados. Respiran deprisa, tienen las pupilas abiertas como gatos y los nervios tensos como las cuerdas de un violín. Los depredadores al acecho son Igual y García Izquierdo y tienen muy claro qué es lo que quieren cazar: cualquier hombre, mujer o niño que se apellide Cabanillas.



Este hombre, PAS desde el 2002, no sabe lo que se le viene encima



(Continuará)

1 comentario:

Anónimo dijo...

F-a-s-c-i-n-a-n-t-e

Mientras todo esto sucede, la comunidad científica, la farándula y los colectivos literarios esperan ansiosos las conclusiones del experimento de Schiele. Los tres grupos aguardan gratamente sorprendidos por el proyecto.

Ambicioso proyecto el suyo.