Como tres columnas le miramos, comprendiendo el alcance de nuestra derrota. El viejo sonrió y bebió un trago de algo anaranjado en un vaso bajo. Se agarró el pescuezo con los dedos y tiró de la piel. Tras ese pellejo mustio aparecieron las doradas plumas y el pico del Pájaro Redentor Amarillo, mostrándose en pocos segundos en todo su esplendor:
-Es la segunda que vez te veo
en un gran enredo, Matías.
Aquí te traerá el cachondeo
cuando de un escritor te rías.
Consideraste inofensivo
el pelo púbico de Lucía.
Pero su coño era amigo
del rey de la glotonería.
Estáis en el pedante ombligo
del as de la fanfarronería.
Es vuestro justo castigo
por molestar a esa arpía.
He aquí el pequeño imperio
de José Manuel de Prado:
señor de todo improperio,
lo prepotente y descabellado.
Vive en forma de niño cornudo,
algo cabezón y redondeado.
A veces aparece desnudo
y en el culo un pañal atado.
Cada mes sus bolas del ombligo
condensadas todas en el cielo
dejan caer nuestro enemigo:
una lluvia de su pelo
mezclada con galicismos
y pedaterías varias:
son sus postmodernismos
e ideas reaccionarias.
Para salir del cráter
sólo hay un modo.
Debeis ir a su váter
y extraer del lodo
pedanterías desechas
de su comida diaria:
fantasmadas que cosecha
de las lluvias varias.
Mezclando un engreimiento
con heces de perro y gato
conseguiréis en un momento
que coma durante un rato.
Esperando a su digestión
lo veréis hacer de vientre.
Tendréis que entrar en acción
y meter vuestras manos valientes.
Entre su mierda encontraréis
artículos en una revista.
Cuando en alto los recitéis
volveréis a vuestra casa dadaísta.
Y tal y como recitó su último verso, echó a volar. Nos miramos y empezamos a esperar la lluvia.
domingo, 15 de noviembre de 2009
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4 comentarios:
El Pájaro Redentor Amarillo, ese sí es de mi estilo, con su rima, entre cuarteto y serventesio, entre la risa y lo sublime, entre pedantes pelusillas... porque... no me irá a decir que no había en el ombligo pelusilla.
Ay! ese Pájaro, me recuerda a una cita de Prado (de su última aportación semanal al apocalipsis):
"En el aire batido por sus alas, vuelvo a respirar el perfume de la infancia, como un estigma indeleble".
Estigma indeleble, sí, como los pedos bajo el edredón...
Yo sólo espero que en la próxima entrega el Pájaro Redentor Amarillo tire bolas de caca a la cara a Lucía Echevarría con sus alas, a modo de manos plumosas (y amarillas), siguiendo mi idea de ejemplo con el monete en el cine.
Qué gracioso.
¡¡MUAPO!!
¡Al final he atraído la atención del culo de mona!
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