Entremés: Adicción a Media Distancia
Sin el consentimiento de Su Majestad El Rey de España ni la aprobación de ninguna autoridad foral.
MATÍAS
MONITOR
ADICTOS
ADICTO TREINTAÑERO
ADICTA MANOLA
POLICÍAS
AMBULANCIEROS
(Sala austera con sillas en círculo. Al fondo, en la parte derecha, hay una puerta sencilla, medio abierta. Excepto las dos centrales, las sillas están ocupadas por los ADICTOS. Las centrales, orientadas hacia el público, están aún vacías. Delante de la izquierda se encuentra, de pie, el MONITOR. Ocupando la silla más oriental está, sentado, el ADICTO TREINTAÑERO, ofreciendo su perfil derecho al público. A su derecha está la ADICTA MANOLA.)
MONITOR (con acento inglés)- Como sabéis, el éxito de nuestras sesiones se está divulgando. Hoy os quiero presentar a otro nuevo compañero, al que espero que tratéis y ayudéis como se os ha tratado a vosotros. (Señala con la mano abierta la puerta.) ¡Adelante, Matías!
(Entra lentamente MATÍAS, ojeroso y pálido.)
MATÍAS (Saludando a todos con la mano, mirando en derredor y hablando con tímida voz.) - Hola, buenas.
TODOS (a destiempo, excepto MATÍAS)- Hola Matías.
MONITOR (con acento andaluz) - Bienvenío Matía. Aquí ere uno má, azí que me guttaría que nos hablace como zi ettuviera en tu caza, que ettá en familia. Pero, ante de zentatte, cuéntano un poco de tí y po qué ha decidío vení.
(El MONITOR se sienta.)
MATÍAS (recogiéndose las manos en el bajo vientre, mostrando timidez) - Pues..., hola a todos. Me llamo Matías y he venido aquí porque creo que necesito ayuda. Me..., me cómi mi última hamburguesa esta misma tarde y yo... (mira al suelo avergonzado).
MONITOR (con acento ruso) - ¡Vamos Matías, estamos aquí para ayudarte!
ADICTO CUALQUIERA (cortando al MONITOR) - ¡Ánimo Matías!
MATÍAS (sentándose) - Pues yo..., quiero cambiar. Hace poco me he dado cuenta de que tengo un problema. Hasta ahora no lo quería reconocer. Decía "bueno, luego compenso esto con otra cosa" o..., "porque me coma ésta tampoco pasa nada". Con el tiempo las cosas empeoraron. Compraba hamburguesas y las escondía en palacio. Un día llegué a esconder una en la tetera. Pasé la tarde en la biblioteca, fingiendo leer a Thomas Mann mientras bebía té negro. Entre las páginas de La muerte en venecia tenía dobladas las hojas promocionales de las bandejas del MacDonald's. Cuando sabía que no había nadie cerca, abría la tetera y mordía un trozo más del Big Mac. Llegúe hasta a vacíar el tintero para llenarlo de Ketchup (rompe a llorar).
(El MONITOR le pone la mano en la espalda. Se produce un breve silencio.)
MATÍAS - Una noche me desperté hambriento. Tengo un mono titi de mascota y..., lo ví en el sillón de mi alcoba, allí dormitido. Y como vi que estaba indefenso cogí de la cocina un par de hamburguesa, volví a mi aposento y atrapé entre las dos mitades al mono. Me lo llevé a la boca y el mono se despertó gritando desconcertado. Me arañó toda la cara. Me llevaron al hospital. Allí me inyectaron una sonda con mayonesa...
MONITOR (con acento italiano) - Buono Matías..., tutto questo va a cambiare, (mirando a todos y asintiendo con la cabeza) ¿verdad?
ADICTOS (a destiempo) - Sí.
MONITOR (con acento italiano) - ¿Quieres cambiar, Matías?
MATÍAS (levanta optimista la mirada) - ¡Sí, sí! ¡Quiero cambiar! ¡Vosotros me vais a ayudar! ¿Verdad?
MONITOR (con acento vasco) - Cuéntanos un poco a qué te dedicas, ostia, con quién vives, para que entendamos un poco qué miserias te han llevado a refugiarte en las hamburguesas, joder.
MATÍAS - Soy, soy el profeta de una secta dadaísta. Vivo en un palacio que antes era la sede de un partido político. Eran tan incompetentes que se lo cambiamos por un plátano. Allí estamos instalados mi socio Ramón y un monete, regalo de un escritor recientemente fallecido. No recibimos muchas visitas: un pájaro gigante que habla en cuartetas y últimamente una panadera viene a recoger el semen de mi socio Ramón. Imagino que muchos de vosotros os sentiréis identificados, o tendréis problemas similares.
(Hay otro breve silencio. Los ADICTOS se miran de reojo, serios.)
MONITOR (con acento ruso) - Bueno..., digamos... que no necesariamente. Verás... ¿Alguien quiere contar su historia y compartirla con Matías?
(Levanta la mano la ADICTA MANOLA. El MONITOR le hace un gesto.)
ADICTA MANOLA (baja la mano) - Mira, yo, por ejemplo, soy hija de un gran empresario de La Mancha profunda. Mi padre evadía impuestos, no pagaba a los trabajadores e incluso robaba del erario público por un vicio, que era fumar puros de imitación. Nos despojó de todo y con once años me abandonó en el cruce de Barrax. Allí me gané la vida vendiendo pañuelos y Vips Vaporub a los conductores que iban y venían de Albacete, que me compraban por lástima. Cuando crecí, cogí la manía de untar el Vips Vaporub en los testículos de seres mitológicos, hasta que una pareja de Lepercons irlandeses me violaron. Del hospital me trasladaron a un centro de salud mental, de donde salgo sólo para venir aquí. Todos tenemos historias de ese tipo. ¿De pequeño te pasó algo?
MATÍAS (piensa brevemente la respuesta) - Uhm..., no. Jugaba por las tardes con cromos. Tenía bici, y consola. Me fue bastante bien, pero ya por entonces me fascinaban los anuncios de hamburguesas.
(Todos miran a MATÍAS con desaprobación. MATIAS reacciona enojándose ante la amenaza.)
ADICTO TREINTAÑERO (a MATÍAS) - Tú no lo has pasado mal. Lo que tú eres es un crápula. ¡Un sinvergüenza!
MATÍAS (se cruza de piernas, señalando con el dedo al ADICTO TREINTAÑERO) Oiga, un poco más de respeto.
ADICTO TREINTAÑERO - ¿Respeto? Usted lo que es es un vicioso.
MONITOR (extiende los brazos en señal de paz y habla con acento argentino) - Bueno, vashamo por partes. Seguro que Matías tiene algún trauma que le ha shevado a esto. ¿Verdad Matías, que tenés un trauma?
MATÍAS - Yo no tengo trauma alguno, mi muy señor mío.
ADICTO TREINTAÑERO - Lo que usted tiene es un retrato en su mierda de palacio que engorda cada hamburguesa que se come, ¡so loco!
MATÍAS (levantándose enfurecido de la silla) ¡Ahora sí le ha dao! ¡Me cago en su calavera! (Yendo hacia el ADICTO TREINTAÑERO) ¡Venga aquí!
(El MONITOR se levanta para sujetarle. Los demás se hacen hacia atrás, asustados.)
MATÍAS (contenido por el MONITOR) - ¡Venga aquí! ¡Seguro que tiene dinero para un Big King! ¡Venga aquí! ¡Deme el dinero!
(MATÍAS hace aspavientos hacia el ADICTO TREINTAÑERO, contenido por el MONITOR, pero logra deshacerse de éste. Se lanza sobre el primero, que cae de la silla. MATÍAS lo cose a puñetazos y le registra los bolsillos. El ADICTO TREINTAÑERO se encuentra sangrando. La ADICTA MANOLA llama de forma inaudible al público a emergencias. El MONITOR consigue levantar a MATÍAS de encima del cuerpo del ADICTO TREINTAÑERO. Dos POLICÍAS entran y agarran a MATÍAS por sendos brazos.)
MATÍAS (arrastrado por los POLICÍAS hacia la puerta) - ¡Dadme un Big King! ¡Dádmelo que os mato! ¡Os mataré a todos!
(Salen MATÍAS y POLICÍAS).
VOZ DE MATÍAS - ¡Y el menú que me lo pongan con Coca-cola Light, eh!
(Entran AMBULANCIEROS y suben al ADICTO TREINTAÑERO a la camilla.)
-Telón-
4 comentarios:
Esto necesita ser llevado a salas, escenarios y demás antros de entretenimiento por todo lo ancho y largo del país.
En serio, el personaje del monitor parece sacado de una película de Lynch, al igual que el relato entero.
Para la elaboración de este entremés el cadáver del señor Lynch fue atado, amordazado y violado repetidas veces con el fin de que...
...con el fin de que todos nos relajáramos un poco. Via Ouija ha dado su visto bueno, a tenor de los resultados.
Dos compañías de teatro se están disputando su representación mediante peleas en el barro en un pútrido hotel de Las Vegas.
Gracias por sus apreciaciones: mantienen al mono de mal humor, y eso le hace trabajar.
Por el culo y por el choto ¡QUÉ MARAVILLA! me he reido así como bastante! jajajajaja!
No se burle usted, que esta historia es muy seria. Done...
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