Hace seis días que lo trajimos al sótano del Kremlin y desde entonces no ha dado muestras de cambio en su actitud. Una vez que cerró la celda, Ramón le proporcionó un cuaderno, bolígrafos, un orinal, vino de la coperativa y una sollapa. Poco ha dormido el preso desde entonces, y se dedica a tomar notas torpes y llevarse a la boca de vez en cuando algo de sus propias heces.
Sucedió hace una semana que, en una incursión de vigilancia de la situación en las ya desiertas tierras de Jonás Chamicero, le encontró Ramón tratando de construir un Cienpiés Humano. Tan gravemente avanzaba el experimento que no tardó Ramón en volver a toda prisa al Kremlin y reunirnos a los aparejos, al Saramáguico Mono y a un servidor. Al llegar de nuevo a Softonia pegamos un tiro a cada infeliz joven utilizado en el experimento y servimos sopa caliente a Jonás. Luego de ver el error, los jóvenes ya estaban muertos y se nos ocurrió que era más útil traer a Jonás al Kremlin y encerrarlo que dispararle en la cabeza. Desde entonces lo observamos con tal de averiguar cómo tan estúpido ser ha sido capaz de destrozar un país entero.
Jonás tratando de causar problemas, sin éxito.
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