miércoles, 28 de abril de 2010

Basura en el jardín

Antes de que Ramón y yo lanzáramos el cadáver y su soga desde la carretilla al contenedor, este pobre infeliz pensó mientras se ahogaba en cómo huyó llorando del colegio de secundaria corriendo en zig-zag, después de hacer explotar una docena de cuerpos tras lanzar la granada hacia el montón de cabezas que había dentro del aula; en cómo llegó al instituto sin poder pestañear durante los quince minutos que lo separan de su piso; en el llanto de mueca patética al leer la nota que su mujer le había dejado en la cocina, con los borrones de las lágrimas, explicándole que su vida ya no tenía sentido y que se marchaba definitivamente a Haití con el grupo de teatro a perroflautear la solidaridad. Todo eso pensó ese petimetre, pero antes, mientras preparaba su cuerda de Carrefour en la rama de uno de los árboles del Kremlin, mi casa, también se acordó de cómo ella llegaba llorando todas las tardes y pasaba de comer, de todas esas noches en las que terminaba por acostarse a las cuatro de la mañana dejando folios llenos de rimas, de cuando la acariciaba y la besaba y ella le rechazaba dándose la vuelta en la cama enfadada gruñendo lo cansada que estaba y cuánto tenía que madrugar. Pero además, en Carrefour, justo después de tener la feliz idea de joderme la sobremesa, pensó también en cómo un día ella llegó medio borracha de ensayar con los zánganos del grupo de teatro y gritaba riendo "¡Ya sé cómo hacer que mis alumnos aprendan literatura: con rimas! ¡Les gusta el rap! ¡Les haré canciones de rap sobre literatura española!".

Y la tapa del contenedor hizo "chun" al cerrarse, Ramón y yo volvimos al árbol y allí estaba ese gallino gordo y amarillo. Nos dio un cigarro. No dijo palabra.

sábado, 17 de abril de 2010

Tratamiendo de Jonás Chamicero #1

Estado inicial:
Chamicero sigue empeñado en acumular tanta mierda como le es posible.

Tratamiento:
Dos softonos de constitución fuerte aunque inteligencia mermada con ron Bacardi y coca altamente adulterada son introducidos en la celda. Esperamos reacciones.

Desarrollo:
Los softonos se muestran sociables e inician juegos con Chamicero. Éste gruñe. Los softonos le ofrecen la sollapa y el vino que acaban de encontrar en la celda. Chamicero se hace con todo y lo esconde en un rincón. Les trae a cambio minúsculos trozos de sollapa y algo de vino en un tapón viejo. Los softonos aplauden. Chamicero se quita los calcetines, les prende fuego, echa agua del retrete en el orinal y la hierve. La ofrece a los softonos, que la beben dando palmas. Al rato éstos expulsan mierda líquida por el ano y Chamicero lame golosamente los charcos de mierda caliente. Los softonos tratan de participar del coprófago festín pero son expulsados a patadas por el avaricioso Jonás.

Resultado:
Chamicero termina consumiendo todas las heces.

Conclusiones:
Pese a tener sollapa y vino de sobra para alimentar a más de 9 softonos, Chamicero no sólo rehúsa a disfrutar feliz de la comida, sino que se la arrebata a sus compañeros, impide su consumo y la deja pudrir. Para colmo, trata de extraer de los hambrientos jóvenes hasta el último gramo de materia fecal en sus delgados cuerpos.
  • Chamicero sufre imbecilidad crónica que le impide inducir que la comida y el vino son más que suficientes para su satisfecha subsistencia (y la de sus compañeros).
  • Los softonos parecen haber evolucionado hacia una hemofilia perpetua. Es posible que ser explotados por algún mamífero de poco volumen cerebral mantiene en equilibrio la cadena alimenticia entre el Záncara y el alto Júcar.

Jonás Chamicero: el encuentro final

Ociosos seguidores del soma,

Hace seis días que lo trajimos al sótano del Kremlin y desde entonces no ha dado muestras de cambio en su actitud. Una vez que cerró la celda, Ramón le proporcionó un cuaderno, bolígrafos, un orinal, vino de la coperativa y una sollapa. Poco ha dormido el preso desde entonces, y se dedica a tomar notas torpes y llevarse a la boca de vez en cuando algo de sus propias heces.

Sucedió hace una semana que, en una incursión de vigilancia de la situación en las ya desiertas tierras de Jonás Chamicero, le encontró Ramón tratando de construir un Cienpiés Humano. Tan gravemente avanzaba el experimento que no tardó Ramón en volver a toda prisa al Kremlin y reunirnos a los aparejos, al Saramáguico Mono y a un servidor. Al llegar de nuevo a Softonia pegamos un tiro a cada infeliz joven utilizado en el experimento y servimos sopa caliente a Jonás. Luego de ver el error, los jóvenes ya estaban muertos y se nos ocurrió que era más útil traer a Jonás al Kremlin y encerrarlo que dispararle en la cabeza. Desde entonces lo observamos con tal de averiguar cómo tan estúpido ser ha sido capaz de destrozar un país entero.

 Jonás tratando de causar problemas, sin éxito.